sábado, 19 de marzo de 2016

Dedicado a mi padre




Dedicado a mi padre.

Siendo joven, con unos 16 años escribía poesías. Una de ellas se la dediqué a mi padre. 

Hoy, que es el día del padre, me vienen recuerdos de mi infancia y de la figura de mi padre. No era un padre "típico". Cada vez estoy más convencida de que era Asperger. 

Nunca le vi reír, abrazar, acariciar, besar. Era silencioso, callado, poco comunicativo. Nunca salía de casa si no era para ir al trabajo, extremadamente rutinario, imbuido en su trabajo de forma intensa, era el mejor de su profesión.

Mi padre era una persona callada. Callada, muy callada. No contaba nada sobre sí mismo, nunca preguntaba o mostraba interés por lo que hacían los demás, ni siquiera sus hijos. Nunca mostró interés por cómo estaba, cómo me iba en el colegio, qué proyectos tenía.. y menos por mis posibles problemas o preocupaciones. 

A penas se relacionaba con nadie, ni expresaba emociones. Recuerdo pasar cada día por su trabajo tanto a la ida como a la vuelta del colegio para saludarle. El saludo era siempre el mismo: yo entraba en la zapatería donde trabajaba (era "zapatero remendón".. el mejor "zapatero" del pueblo y de alrededores) y me acercaba a él. Él, sin dejar de mirar a sus zapatos, ponía la mejilla para que yo le besara y ya está... me iba. Así todos los días. No habían palabras, ni sonrisas, ni abrazos, ni ninguna muestra de afecto.

Tenía una clara conciencia del bien y del mal y nunca malmetió contra nadie.
Una persona bella y solitaria, pero triste. La vida no le trato bien. Si hubiese podido realizarse, me lo imagino siendo un juez. Un juez justo, implacable e incorruptible. 


Me encantaban sus ojos verdosos tristes y profundos. Él y yo no necesitábamos las palabras para entendernos, ni siquiera las miradas...simplemente: nos entendíamos y nos queríamos sin expresarlo.. Él y yo no necesitábamos de lo superfluo....

Puedo describir su día a día, desde que se levantaba hasta que se acostaba, en pocas líneas porque siempre hacía lo mismo: cada día de su vida hizo lo mismo.. ¡¡cada día!!! hasta que su cuerpo no pudo más, enfermó y murió.

Su vida: 
Se levantaba a las seis de la mañana, se sentaba en su sillón a tomarse un café con leche. A las ocho, se iba al trabajo (a su zapatería) y trabajaba sin parar hasta las tres de la tarde. Entonces venía a casa y al entrar, siempre hacía lo mismo: caminaba por el pasillo, dirección al baño y en el trayecto giraba su cabeza hacia la izquierda que estaba el comedor, pero no saludaba. Iba al baño y luego se dirigía al comedor. Se sentaba en su sillón y sin decir nada veía el telediario esperando su sopa. Siempre comía sopa de sobre con pan, excepto los fines de semana que podía cambiar la comida, pero siempre algo conocido. No aceptaba comidas nuevas, ni "innovaciones".

Después de comer, sin hablar, se levantaba y se iba a trabajar. Volvía a las ocho de la tarde y la misma rutina: entraba, miraba hacia el comedor sin saludar y luego iba al baño. Después se dirigía al comedor, se sentaba en su sillón y se tomaba un tazón de café con leche con pan. Permanecía así, sin hablar hasta el momento de irse a dormir. Cuando se levantaba del sillón, yo me acercaba a él para besarle antes de que se fuera a dormir.. él solo ponía la cara. Era una especie de ritual.

Nunca le vi salir con "amigos", ni hacer cosas fuera de su rutina. En contadas ocasiones salió de casa a visitar a familiares (incluso a sus hermanos). 

No hablaba apenas, no expresaba afecto, nunca me preguntó por "mis cosas".  Era una especie de "fantasma" que aparecía de vez en cuando por la casa y a pesar de todo.... yo sentía algo muy especial por él. Me daba una pena terrible y sentía su dolor o frustración por una vida triste. 

Mi madre murió cuando yo tenía tres años y mi hermano seis y él no supo que hacer con nosotros, así que nos dejó con familiares. Volví con mi padre a la edad de seis años. Siempre pensé que la muerte de mi madre era la causa de su tristeza, pero francamente, pienso que no era afecto lo que sentía, sino dependencia. La muerte de mi madre supuso el abismo... no saber qué hacer y no saber enfrentarse a las responsabilidades que suponía cuidar a dos niños pequeños. 


A los 16 años, escribí esta poesía para él: 

XXIII
Once horas y con una silla
como única compañía.
Once horas entre polvo
y brumas, ignorando
dónde empieza la suciedad
o dónde acaban los recuerdos.

Recuerdos que hacen brotar
lágrimas nostálgicas,
aunque ... tal vez, ese pasado
sea este presente.

Figura esperpéntica
Dios.. ¿por qué?
No comprendo el porqué de esta historia
y menos el saber porque las flechas
se dirigen siempre
hacia dónde más duele.

Y no lloro por mí, 
es que esta lluvia es la que lleva
a ojear el brillo de la hierba mojada
y el recuerdo de perfúmenes 
que se alojaban en los oscuros rincones
de un raquítico corazón

Se me antoja que tuvo una vida triste y que dejó pasar el tiempo sentado en su silla... La muerte fue su liberación..

Yo me parezco mucho a él, pero soy una "versión perfeccionada de él".. Yo decidí que no quería morir en vida.. que la vida tenía que tener muchos matices y que yo quería descubrirlos, sentirlos...

Mi padre era una persona taciturna, pero era buena, noble y justa. Yo le entendía sin preguntar... El y yo nos entendíamos sin mas. Nos unía algo muy profundo difícil de explicar que trascendía a la sensiblería superficial.


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