sábado, 10 de febrero de 2018

No es "Suspicacia", es "Hipersensibilidad Emocional"


Lo que puede parecer una conducta de niña tonta que se aleja a modo de "rabieta" porque se ha sentido molesta por alguna cosa: un comentario, una mirada, una "no-mirada", un gesto, etc. en realidad, es una huida para recomponerse de las emociones intensas de frustración, de malestar.

Alejarse de las situaciones dolorosas, aunque sean por cosas "ridículas" para los demás deviene una forma de protección emocional. La emoción de frustración puede ser tan intensa y dolorosa que sugerencias del tipo: "no le des importancia", "no ves que te estas enfadando por una tontería" no tienen sentido porque digan lo que me digan yo seguiré sintiendo la emoción de frustración de forma intensa, intensa. No se puede hacer nada. Solo esperar a que pase.

Lo peor es la gente que pretende darte lecciones de vida: 
"La única forma de avanzar es enfrentarse a los miedos y superarlos, ver que no pasa nada".
"La vida real está llena de desencuentros, y no pasa nada. No hay que hacerse el harakiri por ello".
"Cuanto más te enfrentas, más fuerte te haces, cuanto menos te enfrentas, más débil".

Todo eso no me sirve de nada. De echo, me hacen sentir peor. Me hacen sentir como una boba, como una inmadura. Racionalmente entiendo que me puedo ofuscar por tonterías -para los demás-, pero no puedo modular, ni trivializar la sensación de malestar que me producen las situaciones que no puedo controlar, que no se me acomodan, que no entiendo. 

Alguna persona ha atribuido "suspicacia" a mi actitud  de malestar profundo ("eres una exagerada"), pero no es suspicacia, es una hipersensibilidad emocional profunda. De la misma manera que una persona con una hipersensibilidad al ruido tiene que alejarse de esos entornos, yo tengo que alejarme de los entornos SOCIALES abrumadores, confusos, tensos, pues me producen  frustración e incomodidad intensa que somatizo con palpitaciones, dolores de cabeza. 

Necesito alejarme de la gente: de sus comentarios, de sus miradas, de sus actitudes, de sus intenciones, de sus acciones ya que todo ello entra en mí como si fueran espadas que se clavan en lo mas profundo y dejan heridas que tardan en curar. Cuando me aíslo, cuando huyo es para curar las heridas emocionales que me produce los "efectos de estar con gente". 

No soy suspicaz. Suspicacia conlleva "sospecha", "recelo", "desconfianza" y no es eso lo que siento cuando "exagero" o "malinterpreto" la conducta de los demás, o cuando "magnifico" mis propias emociones o sensaciones de malestar. 

No soy suspicaz. No pienso que los demás están contra mí, que me quieren hacer daño... ¡¡¡¡nooooo!!!, no siento desconfianza hacia los demás. Es algo diferente. Yo lo siento más como una "Hipersensibilidad Emocional": 

Las miradas y caras serias o neutras no las interpreto bien y, en esas situaciones, tiendo a estar tensa porque no se que puede estar pasando. Me preguntaré qué te pasa, si lo que te pasa es por mi culpa, si he hecho algo mal, si no he hecho algo que debería haber hecho y me meteré en un bucle infinito martirizándome. Me culpabilizaré sin saber de qué me tengo que culpabilizar. Es como vivir en un laberinto mental.

Las sugerencias, las críticas, las rectificaciones las vivo, las siento como una humillación. "¿Cómo es posible que yo misma no me haya dado cuenta de los errores?". Me cuesta aceptar mis errores... lo reconozco, pues eso me hace pensar que soy mediocre. Me siento como una inútil. Mi autoestima se derrumba. 

Una llamada la siento como una "orden imperativa" y una invasión a mi introspección. Me viene a la mente alguna situación trivial como cuando, estando inbuida en mis pesquisas mentales, mi marido me ha llamado: "XXXXX ven"... así, ¡¡¡de repente!!! Imaginaros mi reacción. 

En esas situaciones,  siento como un chispazo en la cabeza, a modo de "detonador" y salto gritando: ¨¡¡¡¡QUÉ QUIERES!!! acercándome a él terriblemente enfadada. Entonces, él me dice: "Mira, en la tele están hablando de......." (de mi tema de interés). Es, entonces, al percatarme del contexto, cuando me doy cuenta de que he  "exagerado" su tono y no he interpretado bien su intención. 

Ahora me doy cuenta de que mi cerebro, a veces, "me engaña" ("magnifica" tonos de voz, "distorsiona" intenciones), pero antes no era capaz de darme cuenta de ello. Me quedaba enganchada a la emoción intensa de "fastidio", de "malestar"... no se como describirlo. 

Pero no es suspicacia: no tengo pensamientos retorcidos atribuyendo mala intención a mi marido, no pienso que quiera hacerme daño, es algo mas simple, más inmediato: no identifico bien su intención porque su tono prosódico lo percibo como un grito y su tono emocional lo siento como una imposición, no como una sugerencia. Cuando analizo el contexto -a posteriori- es cuando me percato de que no era él ("no era una imposición"), sino de que era yo la que no había ajustado su intención.

Es eso... no ajusto, no interpreto bien su intención porque no modulo su tono - ni  prosódico, ni emocional-. Lo que percibo no se ajusta a mi representación mental; es decir, a lo que yo entiendo, identifico, interpreto como "sugerencia". Tal vez -reflexiono ahora- su representación o esquema mental de "sugerencia" no sea la misma que la mía. 

Por otro lado, mi reacción ("de enfado") puede llegar a ser desproporcionada porque tampoco regulo mi emoción de malestar... En esas situaciones, mis emociones palpitan, saltan, gritan, se desmelenan y ya no se puede hacer nada con ellas, sino esperar a que vuelvan a su sitio. Mis estallidos suelen ser internos; explosiono pocas veces, pero la explosión interna es duradera, duradera, duradera e intensa....

Las relaciones con las personas son imprevisibles y sus comentarios, conductas -triviales para otras personas- me pueden resultar dolorosas (críticas, ironías, bromas...). Es como vivir en alerta todo el tiempo. Mi refugio: el mundo de las ideas. 

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