martes, 9 de diciembre de 2014

Oportunidades para cambiar, para ser "común"



Desde que tengo uso de razón me he dado cuenta, de alguna forma, que no era "común", que no conseguía encajar con los demás. 

Durante la infancia decidí evitar situaciones que me generaban confusión como salir a la calle a jugar con otros niños porque sabía que no iba a "saber qué hacer con ellos".

En mi fuero interno deseaba estar allí con ellos, hacer como ellos, reírme con ellos.  De alguna manera, sin saber muy bien el porqué, sabía que mi "ineptitud social" me dejaría en evidencia, al descubierto. Sabía que al poco rato de estar con ellos me quedaría en la inopia, sin saber qué pasos hacer y ellos me verían "rara". "¿Tu hermana es un poco rara, ¿no?" le decían a mi hermano tres años mayor que yo. Sin tener conductas extrañas, los demás niños ya "intuían" sobre mi ser "no común". Y lo peor es que "yo sabía que ellos sabían". Ser la rara y sentirse rara, pero no querer serlo es como querer cambiar el color de tus ojos, de tu piel, tu estatura... ¡¡¡es imposible!!!!

Así que decidí no evidenciar mi ineptitud evitando situaciones difíciles para mi que eran todas las situaciones en las que había gente ya fuera conocida o desconocida. Me convertí en una niña aislada más que reservada, mas que tímida, mas que introvertida. Me aislé para evitar el dolor.

Les miraba jugar desde el balcón de casa procurando no ser vista, pero mirar no me llevó a aprender. Miraba como si de una película se tratase, esperando algún día poder traspasar los límites y ser uno de ellos. 

Lloré mucho a escondidas durante mi infancia esperando ansiosa que pasara rápido el tiempo y ser mayor. Me imaginaba siendo una mujer de éxito, "visible" para los demás. Aún imaginando un gran "éxito social" me decía a mí misma que "aunque consiguiese todo el éxito del mundo, no querría volver a nacer y pasar por lo mismo".

Quería que pasara el tiempo desando que todo cambiase, que yo cambiase, que dejase de ser una inepta social. Me deleitaba en mis ensoñaciones imaginándome como una gran diva adorada por todo el mundo para mitigar el dolor de "no ser nadie". Eso no ha llegado a pasar. La invisibilidad social ha marcado toda mi existencia. Ahora, podría decir, que tengo cierto reconocimiento profesional, pero solo a nivel profesional, no social. A nivel social sigo siendo invisible.

Con 20 años yo sabía que tenía algo "patológico" en mí (así mismo lo expreso en mi propio diario personal de esa época). Sabía que lo que me pasaba no era una mera timidez o simples "rasgos de personalidad". Era algo profundo que trascendía a una "forma de ser". Una prima me decía que yo no era rara, que era diferente. Se que su intención era la de ayudarme a que no lo viera como algo malo, como un defecto, pero yo siempre lo sentí así. 

Siempre quise ser como los demás: tener amigos "de verdad"; es decir, sentir complicidad con alguien, disfrutar en situaciones sociales, tener iniciativa, ser divertida, espontánea, ingeniosa... Fue mi gran deseo y anhelo.

Pensando ahora, con retrospectiva, tengo que decir que tampoco hice mucho por dejar de ser "invisible". Más que nada porque no sabía cómo hacerlo. Cuidé la carcasa; es decir, mi aspecto físico externo: mi forma de vestir, mi peinado, etc. Cuidé la superficie; pero, aunque resulté ser algo más visible, seguía siendo igual de inepta social y no ayudó a dejar de ser invisible. Procuré vivir los encuentros sociales como retos de aprendizaje, pero el éxito social a penas duraba un encuentro o dos. Algo me pasaba que no podía llegar a conectar, a sincronizar más allá de un tiempo determinado. Era como una vela que se enciende, pero que llega a apagarse de forma inevitable. Mi vela era muy pequeñita y se apagaba enseguida.

Quería "ser social" y esperaba que con la práctica mis habilidades sociales mejorarían para conseguir lo que siempre deseé: tener un grupo especial de gente con el que disfrutar socializando.  

Las situaciones nuevas las vivía como oportunidades de cambio porque eran una forma de "empezar de cero" con gente que no tenía expectativas previas sobre mí ("la rara" o "la especialita"). Recuerdo la ilusión por empezar el instituto y decirme a mí misma: "ahora si serás social". También me lo dije al empezar la universidad. También me lo dije al cambiar de residencia en la adultez. Incluso, decidí llamarme con un nombre nuevo como señal de cambio. Quería dejar el pasado atrás y todo aquello que me recordase mi inutilidad. Quería ser una persona nueva: una persona visible para los demás.

Pero, a pesar de intentarlo e intentarlo he comprobado, al final, que no puede ser, que sigo teniendo los mismos problemas. Sigo teniendo los mismos problemas para relacionarme con la gente. 

He ido aprendiendo a ajustar la "carcaza" más allá del vestido y peinado, cuidando la comunicación no verbal para no parecer seria, distante, fría. Se poner cara de "estar en el grupo", pero mi mente trabaja lento intentando hilar comentarios, anécdotas, preguntas que puedan relacionarse con lo que los otros dicen. El esfuerzo por ajustar la cara, las miradas -que resulten tiernas, agradables, no invasivas-, las sonrisas, la posición del cuerpo hace que los demás ya no perciban mi "rareza", pero es como ser una actriz.

En algunos momentos he conseguido pasar  camuflada "siendo aparentemente social", escondiendo mi ansiedad e intentando ser atenta, receptiva con la gente. Soy una gran "escuchadora" y eso me ha permitido "estar sin estar". Pero, a pesar de todo el esfuerzo, muy pocas veces he conseguido salir de una situación social completamente airosa. He aprendido a simular, pero a costa de altos niveles de ansiedad produciendo cansancio y bloqueos emocionales. Ahora ya no tengo bloqueos, solo cansancio y, por lo menos, es mas manejable. Ahora decido relacionarme solo si hay un objetivo específico o con personas muy seleccionadas y por poco tiempo. 

Estoy aceptando que soy un ser individual, pero me ha costado mucho... Demasiado. A veces, todavía lo sigo intentando: "Voy a darme otra oportunidad" me digo, pero acabo agotada. Lo que ha cambiado ahora es que puedo controlar la ansiedad social, pero a costa de cansancio. Como sé que socializar me agota, mis encuentros sociales suelen ser muy espaciados. 

Al final aprendes que no puedes ir contra natura... Eres lo que eres y: o te aceptas y buscas formas de adaptación que se te acomoden o te hundes en el pozo oscuro de las tinieblas. Yo, al final, he escogido lo primero.


1 comentario:

  1. Primero que nada, ya sos mi amiga de Facebook: https://www.facebook.com/victor.rivarola?fref=ts

    ¿Para qué querés ser común, Chicasperger? ¿No te das cuenta que a los que estás aspirando es a la mediocridad?

    El mal llamado "síndrome" de asperger no es una enfermedad, ni una limitación, ni siquiera una condición. Es enrealidad un DON.

    Representamos tan solo el 3% a 7% de la población mundial. Sin embargo, los aspies estan encabezan cualquier lista de las personas mas influyentes en cualquier área: cualquier ciencia, cualquier arte, e incluso varios deportes. ¿cómo hicimos eso si es que somos tan discapacitados?

    Permíteme repetirlo: ser aspie no es un discapacidad, es un don.

    Abandona ya esas ideas estúpidas de querer REBAJARTE al nivel neurotípico. Sos mejor, sos aspie. Lo máximo que lograrás es ser una miserable que finge ser algo que no es, que vuelve las vidas de los demás una miseria de paso, y verás todas tus habilidades aspie limitadas por eso... En otras palabras, toda una Doña Nadie.

    Dejá ya esa fase de oruga en que estás metida y convertite en la mariposa que sos.

    ResponderEliminar