sábado, 13 de junio de 2020

No es que me aburráis, es que no puedo seguiros


Cuando decidí escribir este blog-diario, lo hice pensando en ser lo más honesta y objetiva posible al expresar mis experiencias, sensaciones, pensamientos. Soy consciente que todas las personas sesgamos la información de forma más o menos deliberada, pero yo quiero hacer un esfuerzo por intentar no hacerlo, pues mi propósito último es comprenderme, comprender mi esencia sin tapujos, tanto lo bueno como lo no tan bueno. 

El caso, es que la semana pasada me toco reunión familiar en casa de los padres de mi marido y me volvió a pasar lo de siempre: volví a quedarme relegada al rincón, a ser "la señora que está fuera". No es que no me caigan bien mis familiares, no es eso. Es cierto que no engancho con ellos, pero no es porque me caigan mal, aunque por mucho tiempo así lo he sentido. No obstante, creo que lo que me pasa es algo más profundo que tiene que ver con mi dificultad de comprensión y recursos sociales. 

Volviendo al día de la reunión familiar, a penas hablé en todo el día, no solo porqué no sabía que decir, sino cómo decirlo: como meter baza en el conversación. Estaban hablando de temas muy cotidianos y convencionales, como visitas a lugares que habían hecho, sobre alguna noticia de la televisión, sobre cuestiones políticas que están de actualidad, etc. 

El caso, es que al marchar, en el viaje hacia casa me dio por pensar en todo ello y me entró una sensación de tristeza. Desde que me confirmaron que pudiera estar en el espectro, deje de culpabilizarme por no saber cómo hacer en las situaciones sociales que para otros pueden resultar tan sencilla. Creo que diseñé un esquema a mi medida para no sentirme culpable por mi ineficacia social porque digan lo que digan es doloroso hasta que lo aceptas. Me empezé a concienciar de que... "los demás eran aburridos" y por eso yo no podía-quería integrarme. Trasladar la culpa de mi ineficacia a los otros creo que en cierta manera me relajó. 

Pero, ya os digo que si bien sigo analizando a los demás, también me analizo a mi misma y lo quiero hacer a carne viva, duela lo que me duela. 

Y, es que al salir de esa reunión me percaté de una cosa dolorosa y es que... no es que me parecieran aburridos, pues hablaban de temas que me parecían interesantes. Si, es cierto que a veces dicen tonterías que no me hacen gracia y ante las cuales intento simular una sonrisa como si a mí también me lo hicieran -aunque no pillo "el aquel"-, y otras veces, hacen bromas exageradas que me generan desagrado e, incluso, una especie de "asco". Ver sus caras desencajadas de carcajadas me produce repulsión... no se porqué. Es como si esa imagen invadiera todo mi espacio mental en ese momento y se quedara enganchada a esa imagen por tiempo. Solo veo sus bocas abiertas y los ojos desencajados. Es como ver partes de un todo y esas partes a modo de caricaturas. Si... sería como ver caricaturas de la persona. Las caricaturas no desaparecen de mi mente fácilmente. Por eso me siento bien relacionándome con personas correctas, comedidas, poco estridentes porque mi mente no genera caricaturas de ellas.

El caso es que me di cuenta de que no es que los demás me aburran, es que yo no tengo los mecanismos para saber entrar en las conversaciones que, por otro lado, si me gustaría entrar. No se porque no puedo: por no tener suficiente información de lo que hablan -que son cosas cotidianas-  por no saber cuando meter baza en la conversación, en como introducir matices -el tono emocional-. Al respecto, también me doy cuenta de que cuando hablo lo hago en modo "informativo" -dar información- mas que para comentar de forma recíproca y dar paso a una conversación bidireccional.  

No se moverme en la agilidad y rapidez del momento. Solo puedo escuchar. Incluso, decir una opinión sobre algo me parece laborioso. Tengo que primero pensar y después hablar. 

Ahora me vienen recuerdos de pequeña, cuando había reuniones de familiares en casa -que eran poca veces-. Cuando venían mis tíos y en la sobremesa ellos se quedaban hablando de sus cosas -política, religión, experiencias vitales, etc.-. Me encantaba oírles. Me instaban a que me fuera al patio a "jugar con los otros niños", pero es que yo prefería quedarme a escuchar a los mayores. 

Como ya he comentado en otras partes del blog, esto no me pasa cuando hablo de temas relacionado con mis intereses y cuando siento conexión grande con la otra persona por ello. Si no es así.. no puedo participar en las conversaciones, pero no es porque los demás me parezcan aburridos, es por que no tengo idea de como manejarme en esas situaciones. Y, no es una vergüenza, ni temor a ser juzgada... no. Es algo más simple y doloroso al mismo tiempo: es no saber, no tener los mecanismos para seguir el flujo social. Es como si el mundo fuera a cámara rápida y yo estuviera parada en el tiempo. Es como vivir en dos dimensiones diferentes. 

Por otro lado, desde ese día creo que me he reconciliado mentalmente con los demás. Ya no les veo como "los extraños", creo que empiezo a ser más justa con los demás. 

Si es cierto que he sentido una especie de tristeza al constatar fehacientemente de que yo tengo esa dificultad para moverme en el mundo social, pero al mismo tiempo, ha sido un alivio por comprender mejor. Entender que esto va a ser así de por vida y que tendré que seguir siendo la "señora que está afuera" en muchos momentos. 

Si, soy "la señora que está fuera" y necesito estar fuera para no colapsar en  momentos, pero creo que voy reconciliándome conmigo y con los demás. Creo que me voy entendiendo mejor y voy entendiendo a los demás. Estoy intentando ser justa conmigo y con los demás.

A lo mejor no puedo seguirte, pero puedo disfrutar escuchándote. 

5 comentarios:

  1. Es curioso lo que cuentas sobre "entrar" en una conversación o en un grupo.

    A mí me ocurre también que cuando entro en una conversación, un grupo, de alguna forma siempre me da la sensación de que no lo hago como los demás, que fuerzo la situación de alguna manera. Como si estuviera bailando y hubiera perdido el paso.

    Por cierto, soy hombre, pero me identifico totalmente con lo que he leído de tus posts. No sé si serán vivencias relacionadas exclusivamente con el Asperger, pero desde luego no creo que sean exclusivamente femeninas.

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  2. En 2021 diagnosticaron a mi hija con TEA. Siempre he creido que son seres con una inteligencia de nivel superior y que el resto de nosotros, simples mortales, no estamos a la altura de su nivel intelectual. Sin embargo, veo el sufrimiento en mi hija por querer encajar por ser parte del grupo. Nunca comento nada que esté en redes sociales, pero en verdad, leer cómo te sientes me ayuda a entender cómo siente mi hija y me lleva a agradecerte en el alma por tus publicaciones.

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  3. Es tal cual lo describis.... A mí hace unos meses me diagnosticaron con Tea a mis 53 años y es muy difícil asumirlo y darte cuenta que todo lo que intentante cambiar x tantos años es imposible....

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    1. hola. que bueno que te sientas identificada. Es una sensación extraña saber que hay mas personas a las que les pasa algo parecido. En cierta manera, reconforta.

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  4. Hola, acabo de descubrir tu blog.
    No sé si soy asperger, un psicólogo me etiquetó como "PAS", persona de alta sensibilidad. El caso es que la interacción social me cuesta muchísimo, me aburro y en cuanto llego a una fiesta o reunión ya estoy queriendo irme. También, como a ti, me molestan esas carcajadas estruendosas y las conversaciones triviales, nada interesantes, al menos desde mi punto de vista.
    Esto me hace sufrir, también por mi marido que es una persona muy sociable .
    Gracias por escribir aquí, voy a seguir leyéndote.

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