jueves, 30 de agosto de 2018

Las temibles crisis de ansiedad


Normalmente, tiendo a implosionar; pero en algunas ocasiones, he explosionado fuertemente. Me vienen a la mente dos situaciones en las que creo que tuve dos crisis de ansiedad -desde mi punto de vista- graves. Una de ellas fue en casa y otra en un lugar público, en una bolera. Estas, son las más graves que he tenido y que no quiero volver a tener. El recuerdo de ambas situaciones ya es en si mismo angustiante.

Una de ellas, fue en casa. El "detonante visible" pudo ser cualquier nimiedad. Ya no lo recuerdo bien, pero podría haber sido una broma, un comentario inocuo ("a la sopa le falta sal"), etc. Lo que recuerdo de ese momento es que empecé a gritar, a llorar, a hiperventilar. No podía respirar y estuve a punto de perder la conciencia. Me ahogaba. Literalmente, me ahogaba. Recuerdo que mi marido, al lado mío, me ayudaba a respirar, pero me resultaba difícil... era una lucha por sobrevivir. Era como estar presenciando la muerte que te arrastra hacia ella, pero que resistes con el escaso hilo de cordura que te une a la realidad.  Así lo recuerdo yo. Noooo... una crisis de ansiedad -si es lo que viví- no es nada agradable. Es como bajar al infierno. No quiero volver a vivirlas. En esos momentos en los que estás a punto de perder la conciencia, la cordura, tu mente lucha entre la vida y la muerte, lucha por no desaparecer.  Al final, lo conseguí. Después de una crisis, tu cerebro se apaga. Está tan agotado que no puede hacer nada, no puede pensar, no puede hablar... con respirar ya es suficiente. Ese día, tuve que anular mis citas de trabajo, cosa que -a su vez- me suele crear ansiedad y frustración por no poder cumplir con mis obligaciones, mis responsabilidades. 

La otra crisis de ansiedad -creo, que debió de serlo- fue en una bolera. Esa tarde-noche mi marido había quedado con su hermano y su pareja para salir. Fuimos a cenar y después decidieron ir a una bolera. El caso es que al llegar a la bolera, al rato, explosioné delante de todo el mundo. Fue la primera vez que me evidenciaba en público y fue... horrible, horrible, horrible, horrible, horrible. No pude controlarme y empecé a gritar. El ruido del local, los bolos entrechocando y siii... fue como si el ruido ambiente estuviese amplificado a mil por mil. Mi cabeza no podía soportarlo y me puse a gritar.... Tuve que salir fuera del local para recomponerme, pero lo que más me afectó es que los demás hubiese presenciado mi "numerito". Nunca antes me había pasado algo parecido...que yo recuerde. Mi sentido de la vergüenza -que es alto- me reconcomió por mucho tiempo.

Estas crisis de ansiedad no fueron "de repente", ni se dieron por los "detonantes visibles inmediatos" (el ruido de la bolera, el comentario inocuo), pues la tensión ya estaba inserta en mi por tiempo. Esas situaciones fueron la "válvula de escape" no los detonantes. Los detonantes fueron un cúmulo de circunstancias que a modo de vaso que se va llenando y llenando y llenando... un día..¡plofff!!! 

Los detonantes eran "invisibles", incluso para mí, por entonces. Ahora, si pienso en aquellas situaciones, me percato de que ninguna de las dos crisis se produjeron "per se" por un desencadenante inmediato del tipo Causa-Efecto. No... Era una tensión acumulada que tuvo que explosionar. En ambos casos, el vaso se fue llenando con la tensión por las responsabilidades diarias, por el cansancio y... el verdadero detonante fue, en ambos casos, los imprevistos, concretamente el trabajo de más no previsto. Cuando te haces un esquema con un listado de tareas y las cumples, pero...¡¡¡de repente!!! aparece un trabajo de más, o una circunstancia que tienes que resolver y que no te esperabas.. eso, unido a la tensión cotidiana que tienes como amiga, el cansancio, etc.... ¡¡¡ploff!!!

Nooo... en mi caso no fue una "crisis sensorial per se" -sin más- por el ruido de la bolera, pues, la tensión interna ya estaba gestionándose dentro. La tensión estaba latente durante todo el día y si no recuerdo mal, ya empezó el anterior. El ruido de la bolera fue "la gota que colmó el vaso", pero el vaso ya estaba lleno. Ese día, además del trabajo de más que tuve que asumir, se añadió el hecho de tener que socializar con personas "simpáticas al estilo común"; es decir, que todo el tiempo lo dedican a hacer bromas, a hacer tonterías, a decir boberías... y para colmo... ¡¡¡escogieron ir a una bolera!!!!!!.... así que os podéis imaginar... Mi rígido autocontrol no fue suficiente para evitar explosionar. No me gustan las boleras, pero estoy segura de que si no hubiese estado colapsada emocionalmente (lidiar con imprevistos, cansancio, tener que socializar y procurar seguir el ritmo social) hubiese podido contener la incomodidad de la bolera. La hubiese aguantado, pero no hubiese explosionado. 

Hasta el momento, he tenido enfados, pero no más crisis... y no quiero tenerlas. El recuerdo de estas dos experiencias son suficientes para hacer lo posible para evitarlas. Pero... ¿como se pueden evitar los imprevistos?, ¿como se pueden evitar la responsabilidad de las tareas diarias?... Bueno, ahora, tal vez, podría haber previsto el estallido y, tal vez, hubiese sido capaz de poner alguna excusa para no ir al encuentro social y menos a una bolera para evitar colapsar. De todas maneras, se pueden buscar "tiritas momentáneas" para calmar la tensión,  y controlar las explosiones, pero el estrés diario ahí está latente... haciendo de las suyas en el submundo de las emociones, esperando, esperando el momento. Por lo menos ahora puedo conocer mejor qué cosas podrían desencadenarme una crisis y poder evitarlas... Eso espero, porque no quiero volver a tener otra Crisis de Ansiedad. 

He estado mal en muchas situaciones, pero mi rígido autocontrol ha mantenido a raya a las temibles crisis. Sin embargo,  el cuerpo tiene un aguante, un límite y aunque se tengan grandes capacidades de autocontrol -como creo que tengo- en determinados momentos... estallar puede ser inevitable. Por otro lado, una crisis tal vez sea un sistema de alerta. Es cuando el cuerpo -en su sapiencia por sobrevivir física y mentalmente- te recuerda que estas en el límite y... tienes que hacerle caso. ¡¡¡Ten cuidado!!!

Por ahora, aunque no he vuelto a tener otra crisis... la posibilidad de que vuelva a ocurrir siempre está ahí y ese pensamiento es mi Espada de Damocles.  Está la amenaza constante de que pueda volver a ocurrir de nuevo de forma inesperada.  


1 comentario:

  1. hola!! que bueno esta tu blog!! yo tengo Asperger y todo lo que contas en el blog me pasa o me ha pasado. En el caso de los ataques de panico tuve varios hace 2 años en que estaba sin atencion psicologica ni medicada (hice un parate en ese tiempo porque me dijeron que me encontraba excelente pero no fue asi) y el detonante fue que me habia enamorado de un compañero de facultad, no sabia como lidiar con el y con lo que me pasaba, el era mucho mas timido y reservado que yo (para mi tenia lo mismo que yo). Nunca paso nada con el y me tuve que cambiar del lugar en donde cursaba.
    Ahora si estoy con medicacion y terapia y no quiero saber mas nada con enamorarme de alguien

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